viernes, 23 de mayo de 2008

Tan solo Promesas


Y allí se encontraba nuevamente como cada lunes, como cada día, en la misma banca, a la misma hora, con el mismo libro, en la misma plaza, con la misma mirada nostálgica y perdida en algún hermoso recuerdo, ahí esta nuevamente recordando aquel trágico día, ahí está purgando su traición.
Era primavera, los pájaros silbaban inocentes y felices, al ver los brotes de las rosas, el pasto verde y el cielo tan claro como para fundirse en su inmensidad; allí estaban ellos, bajo la sombra de ese sauce, sauce que cobijaba tanta vida, desde niños lo veían inmenso y fuerte, sabían que bajo ese follaje podían guardar hasta el secreto más profundo, y que cada cosa escrita, cada palabra dicha, cada mirada, cada sonrisa, cada caricia, cada sueño y promesa bajo ese sauce sería así como el, eterno. Se encontraban leyendo, pero no era una lectura cualquiera, era la historia de ellos, cuando niños bajo ese gran sauce prometieron no separarse jamás, ni en el día de su muerte, y para eso comenzaron a escribir juntos la historia de sus vidas, todos los días a la misma hora iban con cuaderno y lápiz a sentarse bajo ese sauce a conversar, a imaginar, a predecir su vida, y a escribir cada uno lo que deseaba que perdurara para siempre. Corría el tiempo, crecieron pero seguían ahí, a la misma hora todos los días, pero ya no eran los juegos del día, ni el postre de la tarde, ni el perrito que anhelaban tener , ahora sólo escribían de amor, no cabía nada más en sus mentes y se plasmaba en ese cuaderno nada más que el fuerte amor que siempre estuvo en ellos pero que ahora maduraba; el primer verso de amor, el primer abrazo, el primer beso … todo escrito en aquel libro y vivido bajo la sombra de aquel sauce. Su vida se reducía a letras, amor y al sauce, destellaban luz, alegría, el amor salía de sus poros todos veían y sentían su dulzura. Pasaba el tiempo y el amor los segaba, eran solo ellos, solo se veían mutuamente como siempre, ya ni conciencia tenían del tiempo, para ellos los años no pasaban.
Pero llegó ese día, el más duro de todos, entre todas sus promesas había una que como todas estaba escrita en su libro, pero era la única que les competía a los dos, las otras eran del uno hacia el otro, pero esta no, era más que una promesa era un pacto; prometieron estar juntos hasta el día de sus muertes y ese día llegaría cuando aquel confiable y amado sauce dejara de existir, luego de tener un luto de dos días se irían junto a él, a vivir en el lugar donde ese sauce fuera a brotar nuevamente.
Todo fue tan rápido, en una noche y medio día, todo se acabó, llegaron a su lugar de encuentro y no habían más que máquinas y sólo quedaban unas ramas y algunas hojas que volaban de aquel majestuoso amigo, sin darse cuenta las lágrimas bañaban sus mejillas y sus manos firmes se entrelazaban, ese día hubo un gran silencio, el cielo se oscureció y emanaba de él un lluvia gruesa y potente, ellos seguían ahí firmes, juntos, pero en silencio, sabían lo que ocurría, su corazón latía acelerado, el aire que respiraban era espeso, los pájaros ya no trinaban y las rosas estaban marchitas. Aquel día tan lejano había llegado y su promesa-pacto no iba a ser rota. Fue el segundo día, estaban ambos en su lugar de encuentro que se reducía a máquinas, trabajadores y ripio; se miraron muy nerviosos, se besaron como la primera vez, fue un beso corto pero resumió todos los recuerdos de su vida, tomaron sus manos y comenzaron a caminar, caminaron dos días, sin saber como, la lluvia nuevamente les acompañaba, sus miradas eran profundas y decían lo que en palabras no eran capaces, tenían miedo pero no les importaba, seguían juntos, seguían amándose, eso tenía peso. Llegaron hasta la orilla, el acantilado se veía tan inmenso y profundo como lo que ellos sentían, se miraron por última vez, tensaron sus manos en señal de afirmación, cerraron sus ojos… al abrirlos Constanza se dio cuenta que seguía ahí pero Damián ya no se veía, el hambriento mar se lo había devorado con sus inmensas olas, no sabía qué hacer, qué pensar, no entendía qué había pasado, se quedó ahí impávida; corrieron los días hasta que un espacio de lucidez en su mente la llevó a su casa, fue a su lugar de encuentro con la esperanza que todo fuera un sueño, pero vió en aquel hermoso lugar una plaza, y justo ahí donde reposo tanto tiempo aquel majestuoso sauce una banca, fue y se sentó ahí, más que un cuerpo es un alma deambulante, vive sin vivir, y ahí sigue como todos los días, en la misma banca, a la misma hora, con el mismo libro, que le recuerda su vida junto a Damián, en esa plaza, con la misma mirada nostálgica de aquel día luego de no tener a Damián, perdida en algún recuerdo del pasado, ahí sigue recordando aquel trágico día, ahí sigue purgando su traición, envuelta en el desconcierto.

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Historia escrita por Estefania Herrera, la hizo pa una tarea :P
yo solo dibuje na imagen mental , de su historia (¿cual fragmento de la historia es el dibujo?), saludos para ella
y saludos para todos
pronto wazup dará luces de nuevas cosas